jueves, 18 de febrero de 2010

El caramelero de El Tronío...

Si hay algo que me hubiera gustado conocer, fue la época en que Lolita cantaba en un colmao siendo apenas una criatura. No me hubiera importado nada nacer veinte o treinta años antes con tal de haber vivido aquella etapa, en los años cuarenta. Lo mismo lo de la radio…me habría encantado formar parte de aquella “batahola” que se armaba en Radio Belgrano, año tras año, cuando Lolita cantaba en su auditorio, junto a la orquesta de Ramón Zarzoso y con público presente. Seguramente que yo también habría sido una más de los que, a fuerza de codazos y empujones, conseguían la preciada entrada sin la cual era imposible entrar. Y es que así eran las cosas por entonces. Las presentaciones de Lolita comenzaron tímidamente en 1942 en Radio El Mundo y se prolongaron durante nueve años. En 1951 pasó a Radio Belgrano y fue para entonces, cuando ya gozaba de una sólida fama, que sus actuaciones concitaban a un público tan numeroso que excedía la capacidad del auditorio y se dispersaba por los pasillos de la emisora y oficinas. Y aquellos que no conseguían entrar, permanecían en la calle conformándose al menos con verla salir. Pero todo eso fue después.
El debut de Lolita Torres en los escenarios porteños se produjo el 2 de Mayo de 1942, en el Teatro Avenida, incorporándose al elenco “Maravillas de España”. Tenía tan sólo 12 años de edad. Su actuación, promisoria desde el inicio, no duró mucho más de quince días ya que la figura que encabezaba la compañía, Pepita Llaser, al ver como una nena hasta entonces desconocida le robaba protagonismo día tras día, exigió que se le rescindiera el contrato inmediatamente. A la nena, por supuesto.
Sin embargo, nada iba a detener un destino que estaba signado de antemano. Lolita fue contratada por el director de Radio El Mundo y también por el dueño de un colmao que abriría sus puertas en breve: El Tronío.
Fue en esa sala donde conocería el sabor del primer éxito, al ponerle voz y gracia a “El caramelero”, un pregón que el músico Francisco Marrodán compuso especialmente para ella. Ya comenzaría a hablarse de “la chica que canta El caramelero en El Tronío”. Fue en esa sala donde la vieron el director Bayón Herrera y el actor Luis Sandrini, y la contrataron inmediatamente para la que sería su primera aparición en el cine: “La danza de la fortuna”, junto a Olinda Bozán y Luis Sandrini, en 1944.
Más tarde, fue figura de Goyescas, sala de música internacional. Participó también de la comedia musical “Zazá”, y tendrían lugar sus primeras giras artísticas por Uruguay, Chile, Brasil, Cuba y México.
En aquellos años cuarenta, y quizás sea esto lo menos conocido de su trayectoria, Lolita participó con sus cuadros musicales en teatro de revistas, sobre los escenarios de los Teatros Casino y Comedia.
Después vendría todo lo demás: el éxito en el cine con su contundente espaldarazo, la locura de Radio Belgrano, la descomunal fiebre “Lolitista” en todas las naciones de la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, su casamiento, el primer hijo, la viudez.
A veces pienso en las diferencias que existen entre unas épocas y otras. Antes, para triunfar, había que tener talento. Todo era a pulmón, suma de ángel y esfuerzo. Hoy, las cosas son distintas, se puede cantar no tan bien… siempre habrá en el estudio de grabación un software que permita mejorar una voz o corregir una afinación defectuosa. Antes algo así era impensado. Lolita cantaba bien porque le sobraba talento y fue por eso que pudo cantar casi todo aquello que le dio la gana. Si a su talento natural hubiera podido sumarle en los años de esplendor toda la tecnología de la que disponen hoy los cantantes, supongo que su estrella hubiera sido absolutamente inalcanzable y la magnitud de su fama, incalculable.



Presentación de Lolita en el programa "Hola Susana", mayo de 1992