Sinceramente mis películas "imprescindibles" de Lolita, las que tan sólo oyéndolas me resucitarían, son las filmadas entre el 51 y el 56, nueve películas. Las que coinciden con los últimos coletazos de la otrora floreciente industria cinematográfica que, para entonces, estaba en franca declinación. Estas películas también son las últimas en conservar aquel "modelo de representación" tradicional: sentimental, optimista. Unívoco. Las frecuentemente denostadas por la crítica comedias burguesas o de teléfono blanco encontraban en las películas de Lolita algunas de sus últimas expresiones. Últimas y fieles expresiones. La movilidad social, las mansiones, los ricos que abrían su corazón y sus familias a los pobres, sin ningún prejuicio de clase, mostrándose tan parecidos los unos y los otros, la ausencia de conflicto político. Nuestra adorable heroína a veces era muy pobre y otras muy rica pasando de una condición a la otra casi sin darse cuenta y sin esto representar un objetivo en sí. Estos rasgos fueron más puestos en evidencia por los sociólogos que por la crítica cinematográfica que a duras penas le concede a este tipo de cine comercial y de entretenimiento alguna mención.
Aquella primera mitad de la década del 50 tuvo características por momentos trágicas en la sociedad argentina, si asociamos el estreno en el 55 de "Más Pobre que una Laucha" y "Un Novio para Laura" al ambiente socio político que reinaba comprenderemos la función de este tipo de cine. Y este formato no era sólo para Lolita: en el 55 se estrena "Requiebro" que fue la presentación en Argentina de Carmen Sevilla con un elenco tan efectivo como los de las películas que nos ocupan: Ángel Magaña, Amalia Sánchez Ariño, el mismísimo Luis Dávila.... También mansiones, estancias, canciones españolas, españoles y una chica encantadora que, en este caso, era Carmen Sevilla. Obviamente Carmen Sevilla NO es Lolita y además nuestra homenajeada permanente es una chica "argentina" que también canta canciones "argentinas".
Jugando un poco con los datos de alguna bibliografía, encuentro que se señala al año 56 como de parálisis de la industris cinematográfica resultado de la interrupción del proteccionismo estatal y malas políticas en su producción y comercialización, además de marcarlo como un año de quiebre y pérdida absoluta de ese modelo de representación que será reemplazado en la cinematografía nacional por otro en que la visión del mundo es el conflicto y la oscuridad. Justamente en esta "recta final", en esta última bocanada de aire para la comedia burguesa, nos encontramos con una escena que sería a mi juicio la quintaesencia de ese modelo sentimental unívoco y transparente en el que triunfa indefectiblemente el amor: el leit motiv de "Amor a Primera Vista" es "Soy Feliz", tema que hace su aparición en el momento previo al frustrado casamiento cuando Mario se entera que su Matilde no es la verdadera; es una suerte de estado de ensoñación con una ambientación de cierta tendencia kitsch que remitiría a la decoración de las tortas de bodas de varios pisos de la época, con columnas y parejas de muñecos "novios" bailando el vals. Es la "aparente" culminación del amor y sinceramente el vals irradia felicidad. El tema se repite con otro "tempo" en diferentes situaciones hasta el final, en el que sí el amor y el romanticismo, dicho por boca de la protagonista, llegan al clímax y a su realización convirtiéndose en un vals nupcial. Considerando que este tipo de temática y formato estaban en inminente extinción la despedida no pudo ser mejor, esta película es su epítome y un verdadero banquete.
Aquella primera mitad de la década del 50 tuvo características por momentos trágicas en la sociedad argentina, si asociamos el estreno en el 55 de "Más Pobre que una Laucha" y "Un Novio para Laura" al ambiente socio político que reinaba comprenderemos la función de este tipo de cine. Y este formato no era sólo para Lolita: en el 55 se estrena "Requiebro" que fue la presentación en Argentina de Carmen Sevilla con un elenco tan efectivo como los de las películas que nos ocupan: Ángel Magaña, Amalia Sánchez Ariño, el mismísimo Luis Dávila.... También mansiones, estancias, canciones españolas, españoles y una chica encantadora que, en este caso, era Carmen Sevilla. Obviamente Carmen Sevilla NO es Lolita y además nuestra homenajeada permanente es una chica "argentina" que también canta canciones "argentinas".
Jugando un poco con los datos de alguna bibliografía, encuentro que se señala al año 56 como de parálisis de la industris cinematográfica resultado de la interrupción del proteccionismo estatal y malas políticas en su producción y comercialización, además de marcarlo como un año de quiebre y pérdida absoluta de ese modelo de representación que será reemplazado en la cinematografía nacional por otro en que la visión del mundo es el conflicto y la oscuridad. Justamente en esta "recta final", en esta última bocanada de aire para la comedia burguesa, nos encontramos con una escena que sería a mi juicio la quintaesencia de ese modelo sentimental unívoco y transparente en el que triunfa indefectiblemente el amor: el leit motiv de "Amor a Primera Vista" es "Soy Feliz", tema que hace su aparición en el momento previo al frustrado casamiento cuando Mario se entera que su Matilde no es la verdadera; es una suerte de estado de ensoñación con una ambientación de cierta tendencia kitsch que remitiría a la decoración de las tortas de bodas de varios pisos de la época, con columnas y parejas de muñecos "novios" bailando el vals. Es la "aparente" culminación del amor y sinceramente el vals irradia felicidad. El tema se repite con otro "tempo" en diferentes situaciones hasta el final, en el que sí el amor y el romanticismo, dicho por boca de la protagonista, llegan al clímax y a su realización convirtiéndose en un vals nupcial. Considerando que este tipo de temática y formato estaban en inminente extinción la despedida no pudo ser mejor, esta película es su epítome y un verdadero banquete.