Lolita Torres, genio y figura

Un sitio para recordarla


Con la firme intención de enmendar el olvido y el vacío en el que semejante artista se ve sumergida, y rescatando esta maravillosa "perla negra" de entre la simple bijouterie, damos comienzo a este blog para su homenaje permanente e indeclinable.


Continuará.....


jueves, 29 de abril de 2010

Lo que el fuego se llevó

Nunca tendré del todo claro qué sucedió con todo el material de Lolita de los años ’60. En alguna ocasión llamé y/o escribí a varios canales de televisión preguntando por esta cuestión. Uno de ellos me respondió que no sabían qué había sucedido exactamente pero que lo más probable era que esas cintas –como tantas otras- se hubieran reutilizado (¡qué ahorrativos!). En otro canal aludieron a un incendio que devoró despiadadamente una innumerable cantidad de cintas grabadas. A mí lo que me parece realmente despiadado es el imperdonable descuido, la incomprensible displicencia, con que se ha tratado, y aún se trata, a buena parte de nuestra cultura nacional. Personas carentes de la sensibilidad recomendable y dueños de una ineptitud innegable han tenido bajo su tutela un tesoro valiosísimo, hoy irrecuperable.
Otros grandes artistas de nuestra escena parecen haber tenido más suerte al salvarse de las llamas o el reciclaje. Esto es bastante útil para seguir recordándolos y también para que las nuevas generaciones sepan quiénes fueron y qué hacían esos artistas “de ayer”. Aunque algún despistado no lo crea es mucha la gente, mayores y jóvenes, que por diferentes razones se interesan o investigan sobre este tema.
Lolita, en particular, no ha sido muy afortunada en este aspecto ya que no queda registro de sus trabajos como actriz, a excepción de su filmografía. Como si todo lo demás jamás hubiera existido. ¡Y vaya si existió!
Hoy muchos recuerdan a Biondi, Marrone o Sandrini no sólo porque hayan sido sus contemporáneos sino también, y sobre todo, porque un canal como “Volver” (por suerte) sigue emitiendo sus programas dando muestra de sus obras y refrescando sus personajes en la memoria popular. Muchos de los jóvenes de hoy pueden saber, gracias a lo mismo, que esa gente –y más que no estoy citando- han sido pilares de nuestra escena nacional.
Es una pena muy grande no tener la posibilidad de ver nuevamente obras como “El genio alegre” o “Sangre y arena” en la piel de Lolita. Es una pena muy grande no poder revivir comedias tan cautivantes y entretenidas como lo fueron “Candilejas” o “Mariana”, tan chispeantes como “Señorita Medianoche” o “Burbuja”, y como cada uno de aquellos trabajos que nuestra querida Lolita encaró con profesionalismo, eficacia, desenvoltura y respeto. Ah, sí…. talento, creo que le llaman.

martes, 27 de abril de 2010

Algo más sobre la actriz y la tele

En todos los casos, las entretenidas telecomedias que Lolita protagonizó durante los '60, fueron ciclos de tres meses de duración. Los dos últimos fueron la maravillosa “Mariana”, con Jorge Barreiro, Floren Delbene, Eva Franco, Miguel Ligero, Juan Carlos Altavista, Aurora Delmar, entre tantos otros notables artistas, en 1966, y “Burbuja”, que transcurría en un ambiente circense, junto a Ernesto Bianco, José María Langlais, Miguel Ligero, Gloria Guzmán, Javier Portales, Tincho Zabala, Juan Carlos Altavista, Aurora Delmar, etc. en 1967.
Aquellos programas tuvieron un rating muy alto y esto se reflejó en 1966 cuando muchas nenas fueron bautizadas con el nombre de Mariana.
¿Quién no cantó alguna vez las canciones de Lolita? ¿Quién no soñó con aquellas películas o aquellas comedias? A mí, en lo personal, además de hacerme soñar me proporcionaron una alta dosis de magia y felicidad.
Ya en los finales de los ’60, y también para televisión, Lolita protagonizó una serie de unitarios: “El genio alegre” con José María Vilches, “Mi prima está loca” con Rodolfo Salerno, “Sangre y arena” con Rodolfo Bebán y “Gorrión” con José María Vilches.

Paralelamente, y durante toda la década, desarrolló su labor exclusiva como cantante en incontables recitales o presentaciones en programas tales como “Sábados Circulares”, “Sábados Continuados”, “Sábados de la Bondad”, “Casino” y “El Mundo del Espectáculo” por sólo citar algunos de ellos.

La actriz y la tele


En diciembre de 1960, a algo menos de dos años de viudez, Lolita se volvió a casar. Esta vez fue con Julio César “Lole” Caccia, joyero de profesión, con quien tuvo cuatro hijos más. Y aunque siempre se habla de Lolita por sus dotes como cantante o por sus películas inolvidables, lo cierto es que hubo una etapa de su trayectoria mucho más signada por la televisión que por el cine: la de los años ’60.
Todos los adultos recordamos con grata nostalgia aquellos programas y canciones que fueron parte de nuestra infancia. Para quienes tenemos algo más de cincuenta añitos, las comedias de Lolita formaron parte de la estructura fundacional de nuestra memoria televisiva.
Yo era muy chiquita y por esa razón no vi “La casa de La Troya” ni “El sí de las niñas”, ambas en Canal 9. En cambio, tengo recuerdos borrosos, muy vagos (peor es nada) de “La hermana San Sulpicio”. Con apenas cuatro años de edad, yo estaba totalmente deslumbrada por esta artista, como adivinando precozmente las justificadas razones que de más mayor hallaría para tanta admiración.
Lo difuso de las escenas que permanecen en mi memoria no impide que recuerde con especial cariño a “Señorita Medianoche”, que Lolita protagonizó en 1963 junto a Rodolfo Salerno, esta vez para Canal 11 (quienes hayan visto “Destino de un capricho”, con Sandro, sepan que es una adaptación de “Señorita Medianoche”, en ese caso para un personaje masculino, y que su libro pertenece a Abel Santa Cruz).
Por aquel entonces yo cantaba a toda hora y en todo lugar la canción que fue cortina musical del programa. En realidad, no era solamente yo la que se la sabía de pé a pá, todo lo contrario, eran muchos, muchísimos más, aquellos que cantaban o tarareaban esa canción. ¿No la recuerdan? No importa. Aquí está para deleitarnos y recordar:


Un año más tarde, Lolita desempeñó un doble rol al encarnar a dos hermanas mellizas en “Dos gotas de agua”. Sus compañeros fueron Fernando Siro y Marcos Zucker.
Una hermosa canción, compuesta por Rodolfo M. Taboada y Tito Ribero, llevó el nombre de esta comedia y fue su leitmotiv.
Con sólo un click la tenés en este blog:


En 1965, su nuevo trabajo se tituló “Candilejas” y en él encarnó tres personajes distintos: la abuela, la madre y la hija, a través de tres épocas diferentes. La acompañó un elenco importantísimo, en el que destacaban Jorge Salcedo, Jorge Barreiro, Teresa Serrador, Miguel Ligero y Adolfo García Grau. Tengo recuerdos bien nítidos de una Lolita vestida con atuendos pertenecientes a tres épocas tan distintas como lo fueron el 1900, los años ’20 y los ’60, en cada caso espléndida y radiante. La particularidad de su libro le permitió desplegar un abanico de canciones de géneros variados, virtud que siempre la ha caracterizado convirtiéndola en única e irrepetible.
Nada, nada de nada, podía conseguir que yo me perdiera un solo capítulo de aquellos programas. Esta fue la cortina musical que hoy probablemente muy pocas personas recuerden:

lunes, 19 de abril de 2010

ESPIANDO LAS PELÍCULAS III



ALGO SOBRE SOLEDAD REALES

Soledad Reales para un tradicional fan de Lolita Torres en Argentina, puede ser sólo el nombre del personaje de la madre en La Edad del Amor. Para un fan de la ex URSS es “casi “ como si fuese Lolita misma.
Debemos recordar que para el año 54, cuando se estrena la película, Lolita ya tenía más de una década de carrera profesional exitosa y desde el 51 al 54 cinco películas como protagonista, excelentes comedias y de gran suceso; en tanto que el estreno de La Edad del Amor en la URSS es en el verano boreal de 1955 y “la primera Lolita” que ven y que oyen es y está en EL personaje de Soledad Reales. Me encantaría haber vivido esa situación, yo soy prácticamente contemporánea a esta película y crecí teniéndola totalmente incorporada, no puedo registrar el momento del encuentro, ni con Lolita ni con la película pero no me cabe duda que es una ocasión ideal para un contundente “coup de foudre” y de hecho lo fue. No hubo retorno.

Soledad Reales, esa flaca con un carácter de los mil demonios está “teóricamente” en pantalla los primeros 20 minutos de película, en ese breve lapso no deja de sacudirnos, canta “Mala Entraña”, tiene la famosa escena con Alberto (abuelo) y nos termina arrasando con “No me mires más”. Un trayecto brutal. Y esto me permite inferir que había mucha fe en esta película porque mandar artillería tan pesada así “para empezar”sólo puede comprenderse teniendo la certeza de que no se iban a quedar “cortos”. Lo que venía después también era potente. Sin embargo en esos primeros minutos asistimos a uno de los momentos más conmovedores del cine musical. Luego de la escena que yo no equipararía a la Dama de las Camelias sino directamente a La Traviata porque el peso de la música es fundamental, el drama llega al punto culminante ( ¡a los 20 minutos!). Como sabemos, el padre a espaldas del hijo viene a imponer, negociar , suplicar, sobornar, todo eso junto, la “libertad” de su hijo, Alberto (hijo) tiene que quedar sí o sí libre de ese compromiso, de lo contrario como castigo a la exogamia todas las puertas le serán cerradas. Soledad Reales, La Chispera, acorralada y enamorada, se inmola. Esa inmolación está contenida en No me mires más, que en este caso (y como pocas veces en este tipo de comedia) se constituye funcionalmente como una verdadera aria al mejor estilo del teatro lírico, está absolutamente inserta en el argumento. Es un punto epifánico, algo temprano quizás, que a mi criterio se correspondería en La Traviata con la famosa súplica de la protagonista sintetizada en el “Amami Alfredo….”, a partir de ese momento, en ambos casos, la historia cambia de rumbo, se queman las naves y los personajes quedan inevitable y dolorosamente perdidos . Soledad huye con Valentín y Alberto con la novia y su raqueta. Todos serán desgraciados.

“No me mires más” es una canción bella e intensa, la interpretación tanto en la película como la versión de estudio es maravillosa en todo sentido, el arreglo musical basado en cuerdas fundamentalmente le da ese clima de turbulencia y repetición, la súplica (la súplica finalmente) es como una marea que va avanzando y el crescendo dramático es profundo y devastador. Lolita hace una interpretación magistral en todo sentido.
Hay muchas versiones en ruso desde la de la soprano Aleksandra Kovalenko o del conjunto de cámara Teatro Coral de B. Pevzner ( Хоровой театр Б Певзнера) estas de concierto, hasta algunas de corte más popular como Anastasya Maksimova o la de Natalia Oreiro en castellano motivada por su éxito en Rusia. Es decir: es una obra que alcanzó extraordinaria universalidad porque esta canción es arte en sí misma pero fundamentalmente, creo yo, porque fue dada a conocer por Lolita. Los verdaderos artistas y, especialmente en este caso, cuando estos verdaderos artistas son cantantes (una cosa no trae la otra, al contrario es bastante difícil encontrarlas en una misma persona) logran hacer arte donde no hay pero en esta canción hay arte y Lolita con esta extraordinaria escena despliega todas las posibilidades de esta obra. Y lo que es más, no la agota, simplemente la entrega al mundo.

Después de semejante momento la película podría haberse precipitado “al abismo” pero no fue así, la ausencia, el recuerdo para bien o para mal de Soledad acompaña a los personajes y se integra a la trama toda la película, desde lo verbal, desde una foto en el escritorio de Mendiondo o el famoso cartel rescatado del sótano del teatro. Posiblemente el público no del todo interesado o interiorizado en el teatro cantado o teatro lírico aun siendo admirador de Lolita pueda no tener la idea acabada de la dimensión de este momento y este personaje, creo que revalorizándolos nos acercamos un poco más a llegar a tener una ajustada percepción de la estatura artística de nuestra querida “homenajeada permanente”.





domingo, 11 de abril de 2010

Otra escena de "Ritmo, sal y pimienta"









Su primer protagónico en el cine:
"Ritmo, sal y pimienta", junto a Ricardo Passano.
1951

De gira










Lolita en una gira por diferentes países de América.
En esta foto la vemos en México, en 1947.
Toda su gracia, toda su personalidad, de manifiesto sobre cada uno de los escenarios que pisó.

Lolita rubia


Una imagen pocas veces vista, o quizás ninguna, de 1944.
Apenas 14 años de edad, luciendo un maquillaje y un peinado que le aportaban algunos años más.
Lindísima.
Diferente.
Expresiva.
Simplemente Lolita...

lunes, 5 de abril de 2010

ESPIANDO LAS PELÍCULAS II

¿Qué me hacés Julito????


¿Alguien se habrá preguntado esto? Lolita misma, ¿se lo habrá preguntado?
“La Maestra Enamorada”(1960) no es de mis “imprescindibles” pero le tengo cariño porque fue la primera película que vi en mi vida en un cine. Y la primera vez que vi a Lolita en colores. Dejando este detalle aparte me parece que es una película básicamente para ver y escuchar a Lolita. Justamente dentro de ese contexto contemplativo me di cuenta de algo, de una situación “de arrastre”, de una censura encubierta ( ¿inadvertidamente encubierta?) : en ese ambiente que ya se perfila sesentista por la moda, el decorado del salón y una atmósfera muy de la época asistimos a una escena que ya comienza con un mal presagio: apenas empienzan los acordes de Molinos de Viento en versión “boite” (para no desentonar con la época), una escena interfiere en la secuencia que tenemos en puerta, unos señores comensales se sientan a la mesa y aparentemente todo no va a quedar ahí.

“Molinos de Viento” fue presentada como “opereta española” y estrenada en 1910; su autor, Pablo Luna como otros de la época denominaron estas obras bajo el nombre de opereta en parte porque no se desarrollaban en España, Molinos de Viento está ambientada en Holanda, y por otro lado para “despegarse” de las posibles conexiones de la zarzuela con el género revisteril, de hecho en 1910 se estrena también “La Corte de Faraón” de Vicente Lleó que aun ahora, cien años después se sigue representando y sigue resultando magnífica en su género. El pasaje de “Yo he pasado la vida en un sueño” aparece en la “opereta” en el dúo de Margot y Romo. En medio de un equívoco Margot lee esta carta de amor. La melodía inspiradísima se repite hasta terminar la opereta en diferentes circunstancias. Es decir no es estrictamente una romanza o un aria sino un pasaje que actúa como leit motiv. Lolita incluye esta versión “romanza” de “Yo he pasado…..” en dos películas, la primera en “La Maestra Enamorada” con este estilo intimista y la segunda en “Ola Eterna” (de Ritmo Nuevo y Vieja Ola en 1965), con un formato más tradicional.
Ambas versiones son magníficas. Lolita, como es habitual, se pone al servicio de la obra y no solamente aprovecha íntegramente cada nota y cada palabra de, en este caso, los talentosísimos Frutos y Luna sino que también la potencia con su arte logrando dos versiones exquisitas. La única que fue editada en versión de estudio fue la de la banda de sonido de Ola Eterna con la Orquesta de Tito Ribero y que lleva unos 40 años fuera de catálogo pero que espero, fervientemente, nuestros amigos lectores puedan acceder a ella a través del blog. Es oportuno agregar que anteriormente ya había grabado, también de “Molinos de Viento”, la serenata del barítono “Qué tienes en la mirada”, así como otras romanzas de diversas zarzuelas que continuó cantando a lo largo de su carrera.

En “Ola Eterna” Lolita está espléndida, bellísima, es el centro de la escena que se desarrolla en un gran salón y ante los ojos de todos canta esta romanza con propósito seductor y con evidente intención de homenajear al “agraviado galán” quien en esta ocasión era Jorge Salcedo, un verdadero galán maduro.
Todo es muy diferente en “La Maestra Enamorada”, María Elena (la maestra) se encuentra con el Ingeniero Ledesma en ese salón del hotel y la escena está centralizada, o por lo menos debería estarlo, en ellos. Alejandro Rey era tan joven como Lolita y un verdadero morocho argentino muy buenmozo que sinceramente“le quedaba muy bien” a nuestra homenajeada permanente. La escena es entre dos jóvenes que están seduciéndose, sorprendiéndose y enamorándose. El arreglo musical de “Yo he pasado….” conserva el espíritu de la obra y se adapta al estilo de música de salón de los 60’. Lolita ya es una mujer de 30 años, muy atractiva y su gestualidad tanto en su canto como en lo corporal es delicadamente sensual, el acercamiento progresivo y la intimidad de la pareja bailando va construyendo el clima ideal para la revelación del amor…. Todo es sutilmente erótico salvo (o hasta) que los comensales que nos sorprendieron al inicio de la secuencia interfieren visualmente para jugar un “gag” mientras se escucha a Lolita en su canto de amor. ¿Puede haber algún motivo estético o narrativo que justifique semejante golpe bajo? ¿Podrá ser que la antigua restricción contractual de la época de don Pedro haya llegado a tanto? Julio Saraceni, consciente o inconscientemente percibió que esta escena era un crescendo que se iba escapando de la manos y que sólo boicoteándola, podía obviar no llevarla “ a mayores”. Un beso, un tarascón, algo. “Magistralmente” la inclusión del gag corta el peligroso clima transgresor.

De todas maneras, entre ambas “Yo he pasado la vida en un sueño” me sigo quedando con esta versión, la que Julito nos dejó.