Mi amiga cevozza, mi socia en este blog, viene realizando una serie de “espiando” películas de Lolita, casi siempre sobre los detalles en los que otro espectador no suele reparar. Sin embargo, tenemos un problema: hay cosas de algunas de ellas que no le gustan nada (lo cual no tiene nada de malo, porque en una carrera tan profusa como la de Lolita es lógico, y hasta saludable, que no todo guste por igual por muy fan que una sea). El punto es que mi amiga cevozza se pone de mal genio cuando algo no le gusta. Lo que se dice “de pocas pulgas”. Entonces, por no perder la compostura, es que no se atreve ya no digo a espiar sino ni siquiera a asomarse a aquel título que unió a Lolita con Luis Sandrini y que fue Pimienta.
Y yo, a pesar de que a mí esa peli me gusta bastante, puedo comprenderla: a Lolita se la ve hermosísima, radiante, plena, fresca, vital. Con un brillo especial. Y claro que da fastidio que, siendo así, casi no exista una historia de amor “con todas las de la ley” en la que se saque rédito de tanta belleza. A Pimienta (Sandrini) se lo ve impactado por la Dra. Laura (Lolita) desde el inicio, pero no hay una historia entre ellos que tenga la fuerza debida a excepción de los constantes piropos del deslumbrado hombre. Todo transcurre dentro de cánones exageradamente previsibles, sin apenas un poco de deseo, ni una pizca de seducción, aunque sí algunas raciones de ternura. Para colmo, Sandrini era ya un señor mayor y su tipo no daba en absoluto con el del soñado galán, con lo cual, al lado de una espléndida Lolita, más se acentuaba la brecha.
El libro gira alrededor de Pimienta; y la Dra. Laura, que no es la excepción, gira en torno a Pimienta como un satélite alrededor de un planeta. Sin embargo, Lolita hace que su presencia en la película esté más que justificada, realiza una labor eficiente, se muestra como una sólida comediante, sin desbordamientos inútiles. Lolita ilumina con su luz, singular e inextinguible, a la Dra. Laura.
Por otro lado, no hace falta aclarar que las condiciones actorales de Luis Sandrini están fuera de discusión y que de ninguna manera son el punto en cuestión.
Cevozza no quiere “espiar” Pimienta. Se tiene miedo. No quiere perder los estribos. “¿Por qué con ese señor tan mayor?” dice ella. “¿Por qué esas canciones? Tanto esplendor (de Lolita, obvio) desperdiciado?” insiste con bronca.
La verdad, es mejor que no la espíe porque pierde el buen humor que habitualmente la caracteriza.
Como yo no puedo espiar las películas, me permito espiarla a ella, a cevozza digo, porque al final ella también es todo un personaje.
Y yo, a pesar de que a mí esa peli me gusta bastante, puedo comprenderla: a Lolita se la ve hermosísima, radiante, plena, fresca, vital. Con un brillo especial. Y claro que da fastidio que, siendo así, casi no exista una historia de amor “con todas las de la ley” en la que se saque rédito de tanta belleza. A Pimienta (Sandrini) se lo ve impactado por la Dra. Laura (Lolita) desde el inicio, pero no hay una historia entre ellos que tenga la fuerza debida a excepción de los constantes piropos del deslumbrado hombre. Todo transcurre dentro de cánones exageradamente previsibles, sin apenas un poco de deseo, ni una pizca de seducción, aunque sí algunas raciones de ternura. Para colmo, Sandrini era ya un señor mayor y su tipo no daba en absoluto con el del soñado galán, con lo cual, al lado de una espléndida Lolita, más se acentuaba la brecha.
El libro gira alrededor de Pimienta; y la Dra. Laura, que no es la excepción, gira en torno a Pimienta como un satélite alrededor de un planeta. Sin embargo, Lolita hace que su presencia en la película esté más que justificada, realiza una labor eficiente, se muestra como una sólida comediante, sin desbordamientos inútiles. Lolita ilumina con su luz, singular e inextinguible, a la Dra. Laura.
Por otro lado, no hace falta aclarar que las condiciones actorales de Luis Sandrini están fuera de discusión y que de ninguna manera son el punto en cuestión.
Cevozza no quiere “espiar” Pimienta. Se tiene miedo. No quiere perder los estribos. “¿Por qué con ese señor tan mayor?” dice ella. “¿Por qué esas canciones? Tanto esplendor (de Lolita, obvio) desperdiciado?” insiste con bronca.
La verdad, es mejor que no la espíe porque pierde el buen humor que habitualmente la caracteriza.
Como yo no puedo espiar las películas, me permito espiarla a ella, a cevozza digo, porque al final ella también es todo un personaje.
"Los payasos", de Leopoldo Díaz Vélez y Tito Ribero, interpretada por Lolita y Luis Sandrini.
FELIZ 2011 Y GRACIAS POR LOLITA !!!!!!!!!!!
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